domingo, 29 de enero de 2023

Hold my girl by George Ezra

 Es la canción que está sonando en este momento en Spotify mientras yo estoy aquí sentada en la mesa de la cocina...una nueva cocina que aún no siento como mía, mía. Tampoco se siente ajena, solo que no se siente propia pues. Creo que es cuestión de tiempo como diría Timbiriche. Me falta hacer más cenas, hornear mas panecitos, vivir más momentos de estrés preparando pasteles de cumpleaños aquí, preparar más smoothies a los niños, tomar más cafecitos. Ah, ahora escucho Fire de Bruce Springsteen, qué buena rola. Mis hijos están durmiendo ya, arriba, acompañándose, seguros y calientitos. Aquí puedo yo amarlos y protegerlos, al menos por unos días a la semana porque una de las ventajas/desventajas de Suecia es la igualdad parental, lo que significa para mí que a partir del divorcio he tenido que compartir la custodia de estos niños que yo cree en mi panza; con mi sangre y el calcio de mis huesos, con su papá. Y digo desventaja porque soy una egoísta, me queda claro. Yo estoy convencida que nadie puede cuidarlos de la misma manera que yo, y bueno, hasta hace un tiempo creo hasta el mismo Robban me habría dado la razón, pero la verdad es que Robban se ha dado cuenta de lo que implica cuidar de los niños y se está aplicando. Aún no les corta las uñas ni por error, ni se da cuenta cuando llevan usando la misma prenda de ropa cinco días seguidos, pero lo está intentando. La cosa está así: Todos los lunes y martes los tengo yo, todos los miércoles y jueves los tiene Robban y de ahí nos repartimos los fines de semana; Un fin de semana conmigo, un fin de semana con él. Según los estudios la convivencia con los dos padres es lo que hace más felices a ellos, y eso es lo único que importa. 

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