lunes, 17 de enero de 2011

Te mueves y te mueves.
Y yo amo con toda mi alma esa sensación; de saberte vivo, de saberte bien, descubriendo tus movimientos.
Nadie me preparó jamás para éste sentimiento que tengo ahora hacia ti, te amo más de lo que cualquiera puede imaginarse. Te amo de sólo sentirte, de imaginarte.
Cómo será cuando ya te tenga aquí en mis brazos y te pueda abrazar y besar a mi antojo y sostengas uno de mis dedos con esa manita tuya de bebé?
En éste mismo momento no sé que estés haciendo que me duele tanto un costado de mi cuerpo! sé que si me levanto o me voy a acostar tu te quedarás feliz y el dolor se irá. Ya mi chiquito, ya estoy de pie.
Te has portado tan bien conmigo todo el embarazo que no tengo ningún reparo en aguantarme éstos dolores. En eso siento que te pareces más a tu padre; siempre tratando de hacérmelo llevadero, suave, sin problemas.
Te amo mi cielo.
Amo tenerte conmigo de aquí para allá, de arriba para abajo, mi companerito fiel.
Pero por más que lo disfrute, llegará el momento en que no será así, en que nuestros caminos se separen de una vez y lo vayan haciendo cada día más a apartir de ése momento, que está tan cerca!
Ya pronto mi chiquito. Qué sentimiento tan ambivalente!
Mientras le pido a Dios con todas mis fuerzas que (por favor!) me dé sabiduría, le digo y repito que tengo mil defectos que no quiero pasar a tu mente limpia, inseguridades, miedos que no deseo contagiarte.
Sólo puedo decirte ahora hijito, que te cuidaré y voy a amarte por toda mi vida, tratando de ser una mejor persona para ti y por tu causa.
Yo no sé por qué soy tan afortunada de estarte esperando ahora, pero sí sé que cada día trataré de ganarme el hecho de haber obtenido ese privilegio.